¿Has tenido alguna
vez la certeza de un amor por algo? Hay que ver la dignidad en la cara
curtida por el sol de Marcelina en la toma de carretera de Río Blanco,
la firmeza de la voz de Lucio cuando dice “acá nos vamos a quedar los
días que hagan falta”, la determinación de Berta, la sonrisa de las
niñas y los niños de la Tejera, los brazos alzados de las señoras lencas
mayores, para volver a tener certeza de amores que trascienden el
propio.
Si Arturo Corrales, Secretario de Seguridad o el influyente gerente de DESA, David Castillo, pudieran por un solo día ponerse en los pies descalzos de quienes por siempre han habitado esas montañas, cuidado ese río, sembrado esas tierras, andado esos caminos, serían menos perversos en las formas en que persiguen el derecho a no entregarles lo que les pertenece, a cambio de un resplandor que no les deslumbra, de un desarrollo que no es para ellas ni ellos; podrían quizás reconocer la vergüenza perdida por su avaricia y respetarían la dignidad de sus fogones, de su maíz hecho tortillas, de su alegría por el olor a tierra mojada, de la libertad en sus majestuosas montañas, del canto de los pájaros, de las veredas que andan, de la armonía que se obstinan en resguardar del monstruo que entre maquinarias y ejércitos desploman árboles, haciéndole huecos muertos a la tierra que hasta ahora ha sido su vida.
La toma de carretera discurre entre conversas, idas al río para refrescarse, reuniones para medir los avances, idas a la casa entre turnos para garantizar que siempre haya alguien, la cipotada va y viene de la escuela, jalan agua, cocinan maíz, palmean tortillas, hacen rondas, fríen plátanos verdes, hacen una asamblea de la comunidad, toman decisiones colectivas, esperan pacíficamente, resisten al desalojo, buscan veredas para evitar encontrarse con las patrullas; todo eso es la toma, y es así, es la lucha en cotidiano y es el cotidiano llevado a la lucha, y es la certeza del amor regado por el río Gualcarque.
Karla Lara, Cantora y comunicadora feminista
Río Blanco, 3 de Julio de 2013.
Si Arturo Corrales, Secretario de Seguridad o el influyente gerente de DESA, David Castillo, pudieran por un solo día ponerse en los pies descalzos de quienes por siempre han habitado esas montañas, cuidado ese río, sembrado esas tierras, andado esos caminos, serían menos perversos en las formas en que persiguen el derecho a no entregarles lo que les pertenece, a cambio de un resplandor que no les deslumbra, de un desarrollo que no es para ellas ni ellos; podrían quizás reconocer la vergüenza perdida por su avaricia y respetarían la dignidad de sus fogones, de su maíz hecho tortillas, de su alegría por el olor a tierra mojada, de la libertad en sus majestuosas montañas, del canto de los pájaros, de las veredas que andan, de la armonía que se obstinan en resguardar del monstruo que entre maquinarias y ejércitos desploman árboles, haciéndole huecos muertos a la tierra que hasta ahora ha sido su vida.
La toma de carretera discurre entre conversas, idas al río para refrescarse, reuniones para medir los avances, idas a la casa entre turnos para garantizar que siempre haya alguien, la cipotada va y viene de la escuela, jalan agua, cocinan maíz, palmean tortillas, hacen rondas, fríen plátanos verdes, hacen una asamblea de la comunidad, toman decisiones colectivas, esperan pacíficamente, resisten al desalojo, buscan veredas para evitar encontrarse con las patrullas; todo eso es la toma, y es así, es la lucha en cotidiano y es el cotidiano llevado a la lucha, y es la certeza del amor regado por el río Gualcarque.
Karla Lara, Cantora y comunicadora feminista
Río Blanco, 3 de Julio de 2013.