jueves, 21 de noviembre de 2013

Con fusiles en la cabeza de lxs niñxs - Honduras-

Mi Viaje Fuera del Eje por Florencia Goldsman
Escucho a Bertha Cáceres, defensora de Derechos Humanos, del territorio, el agua y los recursos naturales en Honduras que nos habla abajo de los árboles.
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Las estrellas la escuchan en un silencio imposible mientras nosotras, las periodistas, la llenamos de preguntas y comentarios. Y todo para qué. Me detengo en su relato y los ojos cansados huyen hacia a la noche que es un colador por el que se escapan lucecitas,
Su voz me sacude cuando señala que en Río Blanco la punta de los fusiles se ha posado pornográfica sobre la cabeza de niñas y niños. A causa de la lucha de mujeres y hombres que siguen poniendo el cuerpo en territorios en los que los militares se multiplican como hongos.
Su relato repite las variadas formas de amenazas que viene recibiendo. Que “encontraron” un arma en su auto. Que “atentó contra la seguridad del Estado hondureño”. En fin: que no tiene por qué defender a los indígenas y muchos menos esas tierras vírgenes que hacen babear a las hidroeléctricas extranjeras.
Para qué pedir tantas explicaciones. Bertha nos cuenta que los lencas sólo se esforzaban en escuchar los secretos del agua escurrir y golpearse contra las rocas porque creían que en las aguas habitaban las ánimas.

Esa, su cosmovisión, es la barrera más fuerte situada entre las trasnacionales extractivas y lxs pobladorxs. Frontera de los que creen que en el agua están vivos algunos espíritus vinculados con la naturaleza.
Aguas movidas de melodías amorfas y arrullos casi invisibles.  Ruidos, movimientos, salpicados. Niños acuáticos que juegan a ser peces. En un río que agoniza.